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Durvillaea antárctica: Revalorando un alimento patrimonial

2019, Troncoso-Pantoja, Claudia, Aguirre Céspedes, Carolina, Sotomayor Castro, Mauricio, Alarcon-Riveros, Mari

La búsqueda de una alimentación saludable ha permitido redescubrir una serie de alimentos y preparaciones culinarias tradicionales. La identificación alimentaria a través del patrimonio gastronómico entrelaza no solo a la alimentación, sino también el territorio y la analogía o construcción social que le dan las comunidades a sus platos típicos. En la zona costera, las algas recolectadas son destinadas no solo a un fin comestible. Se emplean, además, como base en la elaboración de fertilizantes, combustibles, productos farmacéuticos y/o nutracéuticos2. En el ámbito alimentario el consumo de macroalgas es habitual en los países asiáticos, no así en colectivos occidentales, en donde en forma indirecta, sus beneficios nutricionales se han traspasado a la cadena alimentaria humana a través de la adición de algas marinas a la dieta de animales. Una de las principales macroalgas corresponde a la Durvillaea Antárctica o Cochayuyo. Desde un punto de vista nutritivo, es una fuente de proteínas, vitaminas, minerales y fibra dietaria del tipo soluble, con aplicaciones industriales como alimento funcional4. Su extracto, puede ser usado en el envasado sostenible de alimentos activos por la industria alimentaria como bionanocompuestos antioxidantes en un simulante de alimentos grasos, identificando, además, actividad antiséptica frente a microorganismos como Escherichia Coli.