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Actualización general de inmunoterapia en cáncer
Reyes, Sebastián J.
González, Konstanza B.
Rodríguez, Constanza
Navarrete Muñoz, Camila
Salazar, Andrea P.
Villagra, Alejandro
Caglevic, Christian
Revista médica de Chile
2020
Se define cáncer como un conjunto de enfermedades con características comunes, las cuales se originan por la acumulación de modificaciones genéticas en una célula que pierde los mecanismos de control de la proliferación y sobrevivencia. Se han descrito más de 200 tipos diferentes de cáncer, los que afectan a cualquier órgano del cuerpo, con síntomas y tratamientos distintos 1 .
Estas desregulaciones se deben a factores genéticos heredados, o factores externos como: tabaco, alcohol, obesidad, exposición a radiación, etc. Estos factores, pueden generar procesos celulares como: 1) hiperproliferación celular; 2) evasión de factores supresores de crecimiento; 3) activación de invasión y metástasis; 4) inmortalidad replicativa; 5) inducción de angiogénesis y 6) resistencia a apoptosis, conocidos como los sellos distintivos del cáncer ( hallmarks ) 2,3 , vinculados con el control del ciclo celular.
Aunque el ciclo celular esté regulado adecuadamente, el ADN puede sufrir alteraciones genéticas, en genes reparadores, genes supresores de tumores y oncogenes. Esto conlleva desregulación de varios procesos, generando activación de protooncogenes, inactivación de genes supresores de tumores o ambos 3.
Cuando no hay equilibrio entre la proliferación y la apoptosis, aumenta el riesgo de tumorigénesis, y las células neoplásicas crecen sin control. Aquí aparecen otras propiedades de las células cancerosas, como desplazarse y colonizar sectores del organismo, generando metástasis o invasión celular. Estas células cancerígenas, además, podrían activar a células endoteliales y generar angiogénesis para poder nutrirse, lo que produciría crecimiento tumoral 3,4 .
A los sellos distintivos del cáncer ya mencionados, se incorporan 4 procesos emergentes en la formación y mantención del cáncer 2 , generando procesos que modifican el contexto celular. Dos de estos apuntan a facilitar la aparición de los marcadores principales. Uno es la inestabilidad genómica, lo que confiere a las células cancerosas alteraciones genéticas que conducen a progresión tumoral. El otro, producir inflamación por células inmunes innatas diseñadas para combatir infecciones o sanar heridas, dando lugar a procesos que son promotores de respuesta inflamatoria tumoral. Los otros dos mecanismos son focos emergentes directos. Siendo uno, el modificar o reprogramar el metabolismo celular para favorecer la proliferación neoplásica. El otro es la evasión de células cancerosas a destrucción inmunológica, por linfocitos T y B, macrófagos y natural killers (NK) 2 , generándose blancos terapéuticos diferentes a los convencionales. Existen muchos tratamientos para el cáncer, pero los convencionales (cirugía, radiación y quimioterapia) siguen siendo más utilizados, y aún efectivos, pero invasivos y tóxicos. El tratamiento se selecciona según el tipo de tumor, estadio de enfermedad y condiciones del paciente 4 . La tasa de éxito de los tratamientos convencionales está limitada por la toxicidad y la no especificidad para el tipo de tumor 3 . En el mundo científico se abre espacio para terapias emergentes, como utilizar la respuesta inmune como mecanismo terapéutico 5,6 . Pero ¿cómo se podría abordar la respuesta inmunológica? Para esto, primero debemos entender en qué consiste.
Estas desregulaciones se deben a factores genéticos heredados, o factores externos como: tabaco, alcohol, obesidad, exposición a radiación, etc. Estos factores, pueden generar procesos celulares como: 1) hiperproliferación celular; 2) evasión de factores supresores de crecimiento; 3) activación de invasión y metástasis; 4) inmortalidad replicativa; 5) inducción de angiogénesis y 6) resistencia a apoptosis, conocidos como los sellos distintivos del cáncer ( hallmarks ) 2,3 , vinculados con el control del ciclo celular.
Aunque el ciclo celular esté regulado adecuadamente, el ADN puede sufrir alteraciones genéticas, en genes reparadores, genes supresores de tumores y oncogenes. Esto conlleva desregulación de varios procesos, generando activación de protooncogenes, inactivación de genes supresores de tumores o ambos 3.
Cuando no hay equilibrio entre la proliferación y la apoptosis, aumenta el riesgo de tumorigénesis, y las células neoplásicas crecen sin control. Aquí aparecen otras propiedades de las células cancerosas, como desplazarse y colonizar sectores del organismo, generando metástasis o invasión celular. Estas células cancerígenas, además, podrían activar a células endoteliales y generar angiogénesis para poder nutrirse, lo que produciría crecimiento tumoral 3,4 .
A los sellos distintivos del cáncer ya mencionados, se incorporan 4 procesos emergentes en la formación y mantención del cáncer 2 , generando procesos que modifican el contexto celular. Dos de estos apuntan a facilitar la aparición de los marcadores principales. Uno es la inestabilidad genómica, lo que confiere a las células cancerosas alteraciones genéticas que conducen a progresión tumoral. El otro, producir inflamación por células inmunes innatas diseñadas para combatir infecciones o sanar heridas, dando lugar a procesos que son promotores de respuesta inflamatoria tumoral. Los otros dos mecanismos son focos emergentes directos. Siendo uno, el modificar o reprogramar el metabolismo celular para favorecer la proliferación neoplásica. El otro es la evasión de células cancerosas a destrucción inmunológica, por linfocitos T y B, macrófagos y natural killers (NK) 2 , generándose blancos terapéuticos diferentes a los convencionales. Existen muchos tratamientos para el cáncer, pero los convencionales (cirugía, radiación y quimioterapia) siguen siendo más utilizados, y aún efectivos, pero invasivos y tóxicos. El tratamiento se selecciona según el tipo de tumor, estadio de enfermedad y condiciones del paciente 4 . La tasa de éxito de los tratamientos convencionales está limitada por la toxicidad y la no especificidad para el tipo de tumor 3 . En el mundo científico se abre espacio para terapias emergentes, como utilizar la respuesta inmune como mecanismo terapéutico 5,6 . Pero ¿cómo se podría abordar la respuesta inmunológica? Para esto, primero debemos entender en qué consiste.
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